Bienvenidos "quemeros"

Este es un sitio donde tenemos, todos los que amamos a Huracán, la posibilidad de opinar sobre aquello que haga referencia a la actualidad del club de Parque Patricios.

miércoles, 22 de junio de 2011

Te quiero eternamente, Globo.


     Me quedo con las lágrimas del Roly cuando en la Bombonera se decretó el cuarto descenso de Huracán en su historia. Una historia que en los últimos veinticinco años lo tiene en un vaivén de idas y vueltas entre la B Nacional y la máxima categoría.


     La expresión de Rolando Zárate se mezcla con la ingenuidad de Luciano Ospina, Dario Soplán, con la "mufa" de Javier Campora, con el amor propio de Gastón Machín y Britez Ojeda, con aquellas jugadas infantiles casi de adolescentes de Monzón y Facundo Quiroga en algún partido crucial, con la inexperiencia del "tito" Pompei y su valentía para agarrar a este plantel abandonado desde la dirigencia en una demostración de ineficacia y falta de coherencia y capacidad para dirigir a un club de primera división, transformado más bien en una Unidad Vecinal dónde se organizan los viajes turísticos de los jubilados. ( con el respeto que se merecen las Unidades Vecinales)


     Todos y cada uno somos responsables porque somos parte de Huracán. Jugadores con la posibilidad de lograr otros resultados, dirigentes con la responsabilidad que les cae como tal, socios por elegir hace muchos años dirigentes sin cualidades para administrar, hinchas violentos que rompen el propio patrimonio de la institución y así cada uno con su cruz, el que la tiene y sino con su mochila, pero todos somos parte del Globo. (La perdida económica es muy importante. Ya no se podrá contar con aquellos quince millones que reparte "el Fútbol para todos", los ingresos por público visitante y las publicidades no serán las mismas).

     Ni Brazenas en aquel domingo de granizo ni hoy Lunatti con sus expulsiones y ese penal no sancionado a favor del Globo son los culpables de este nuevo descenso. Huracán comenzó a gestar su viaje de regreso al Nacional hace dos años en una tarde de agosto muy fria pero soleada en La Quemita, con Cappa y Ruso aún como entrenadores en una práctica contra la reserva de Boca que conducía Abel Alves. Arano y Pastore ya habían emigrado. Federico Nieto se había ido en los vestuarios el día de la final contra Vélez. Carlos Araujo y Matías De Federico esa misma tarde se despedían del club cansados de promesas y mentiras. El "maestrico" Gonzalez también volaba, pero a Méjico. Era el comienzo del desarme de aquel famoso equipo que muchos llamamos "los ángeles de Cappa". Solo Supermario, aguantó seis meses más rodeado del "pato" Toranzo, Paolo, Dominguez y Monzón. Pero el tren no llevaba la misma carga y la oportunidad pasó como pasa pocas veces. Allí esa tarde el todavía presidente Carlos Babington, se plantaba con su soberbia y su "imponente estampa" para no darse cuenta que ese era el momento de Huracán.


     Lo que siguió precipitó este final. Como todos los finales tristes. Con ese dolor de ya no pertenecer y con esas caras de impotencia y resentimiento, con rostros desencajados, vencidos y amargados. Aún algunos lo toleramos porque tenemos la obligación de no bajar los brazos, porque no podemos demostrar a nuestros hijos que esto es el final, porque no toleramos sus lágrimas, sus llantos y sus abrazos dejando caer sus "mocos" sobre nuestros hombros. Sus ojos rojos, inflamados por la bronca y esas pocas palabras que salen para levantar un animo maltrecho.


     Nos une la sangre, aquella anécdota que le pude contar del "Loco" y la mirada complice de mi viejo por haber sido exagerado en el relato y sus recuerdos de otras generaciones, nos une una lágrima que aún guardo del primer descenso en 1986, aquel cabezazo del "turco" en Lomas de Zamora, las gambetas del "huracán" Gastón, la corrida del "tero" Di Carlo, el zurdazo del "monito" Gordillo en Mendoza, el ticki ticki, una lágrima de este cuarto descenso, los amigos que se generaron en el Ducó con el paso del tiempo y ese amor a una camiseta, a un barrio, a un Parque que perdura para siempre.
     Nos une un sentimiento que no se negocia ni aún en los peores momentos, por eso Globo, ......te quiero eternamente.






                                                    Jorge Aja García.