Bienvenidos "quemeros"

Este es un sitio donde tenemos, todos los que amamos a Huracán, la posibilidad de opinar sobre aquello que haga referencia a la actualidad del club de Parque Patricios.

sábado, 30 de abril de 2011

Nada detiene el derrumbe de Huracán.




Cualquier adjetivo peyorativo es adecuado para ilustrar la realidad de Huracán. Todo se manifiesta desde un partido de fútbol y lo que el equipo logra en cada presentación. A partir de allí se genera cualquier comentario, se modifica un estado de ánimo y hasta se llega a la exageración o no, por sentir que un descenso de nuestro amado Globo, perturba nuestro ritmo de vida.


Resumiendo. Las consecuencias de esta derrota en el clásico contra San Lorenzo nos sumerge en los más bajo sobre cualquier desarrollo que podamos analizar desde un lugar objetivo. Hoy imposible. Porque el presente me saca desde lo más profundo mi sentimiento por Huracán y tapa cualquier intento por desmenuzar de manera fría y ecuánime lo que hoy por hoy el Globo vive a partir de un equipo sin convicción, sin ideas, sin orden, sin conducta y lo peor, sin futuro. El conjunto de Pompei no detiene su marcha hacia el cuarto descenso en su historia y si aún no se ubica directamente entre las dos plazas que determinan ese abrupto final, simplemente es casualidad, porque Gimnasia desaprovecha esta situación y Quilmes si continua su remontada sorprendente en tan solo siete días aparecerá por sobre el Globo en la tabla del Promedio.


Seguramente Huracán hubiera perdido el partido de todas formas a pesar de la falta de ubicación, profesionalismo, idea, coordinación y compañerismo, (si, compañerismo), de Facundo Quiroga, tras esa mano intencional dentro del área que condicionó el resultado y el desarrollo posterior del encuentro. Explayarme más sobre el denostado Quiroga es una falta de tiempo y de tipeo que no justifica el esfuerzo. San Lorenzo mucho antes de esta jugada ya había realizado méritos para ponerse al frente en el score. Aquellos dos tiros en el palo izquierdo del arco de Monzón sobre el final de la primera mitad eran suficientes para confirmar lo comentado. Y si Pompei se equivocó en el planteo ya nada lo exime de su responsabilidad y menos en la elección de los jugadores, a pesar de la mezquinidad del plantel en cantidad y calidad. Kevin Cura, aunque nos duela en el alma, por ser un valor de las inferiores del club, está totalmente desubicado y junto al expulsado central del Globo, son una invitación al lujo rival en cada acción que intervienen. Hablar de los dirigentes con su presidente a la cabeza es un lugar común, ya que se hace reiterativo afirmar la poca convicción para conducir a un club que desaprovechó su momento para convertirse en un equipo respetado y con la posibilidad de afirmarse en la primera división.


La mezquinidad, la soberbia, la envidia y la falta de humildad para poner sobre cualquier circunstancia a Huracán por encima de todo produce lo que vivimos en la actualidad. A nosotros los socios y simpatizantes nos cae un porcentaje de culpa, porque quizá también nos equivocamos en la elección de las autoridades y en el furor de un verano nos dejamos llevar por la temperatura del momento.


No tiene valor el análisis de esta derrota. Humilla a los que sufrimos por el Globo, a los que no esperamos un rédito en cada partido, a los que año a año bajan la mirada en las malas y gritan en cada conquista, a los que imploramos porque en algún momento veamos que Huracán transita sin sobresaltos en lo mejor del fútbol nacional. Pero las miserias humanas conducen al fracaso y Huracán salvo un milagro ya está condenado.


Fueron tres goles, pudieron ser muchos más. El dolor nos invade y la bronca nos desborda. Habrá reacción y se dará un cambio, soñamos. Es demasiada la carga negativa. Pompei no tiene la experiencia para este tipo de situaciones. No es el culpable de tener que sobrellevar esta situación. Pero es el responsable de tomar decisiones rápidas y acertadas. Son veintiuno los puntos en juego de acá al final. Cuatro nos separan de Gimnasia de la Plata que acaba de desprender a su entrenador. A preparar el semblante. Todo puede pasar. Sería lo más saludable y acertado que cada uno asuma sus errores. A partir de allí el Globo quizá pueda recuperar el valor y la templanza para enfrentar lo que resta del torneo.


Jorge Aja García

domingo, 24 de abril de 2011

Sin confianza y sin respeto.


Posterior a la victoria contra Gimnasia, algunos jugadores de Huracán, hicieron declaraciones en distintos medios periodísticos sobre la confianza que habían conseguido y el respeto ganado por parte de los rivales. A continuación llegaron tres derrotas y un empate.

Boca fue siempre superior al Globo. Desde el comienzo del partido la posición de Mouche sobre la derecha y la libertad de Chavez en el medio complicó en forma definitiva cualquier aspiración de Huracán para conseguir un resultado positivo. Palermo siempre fue incontrolable para los centrales locales y si la diferencia de tres goles fue escasa se debió nada más que a la tarea de Gastón Monzón, aún criticado por muchos simpatizantes quemeros, y a la mala fortuna del nueve visitante.

El conjunto de Pompei no respondió en ningún momento y ni siquiera amagó con intentarlo. Otra vez el intento de Bottaro por derecha quitando un medio no modifico el ritmo del juego. Linea por linea era inútil cualquier esfuerzo. La defensa jamas estuvo ordenada, el medio ni marcó ni asistió y así fue imposible que los delanteros contaran con alguna ocasión para desnivelar. Dos tiros muy anunciados de Maidana y un cabezazo de Ospina fue lo más peligroso ( por así llamarlo), que provocó el Globo sobre el arco de Luchetti. El gol de Colazo a los veinte segundos de comenzado el segundo período confirmaba que Huracán estaba totalmente desarticulado para enfrentar a este Boca "maltrecho" que busca levantar su nivel después de un comienzo de campeonato muy mediocre.

Siendo simple en el análisis y en las apreciaciones al Globo, los números y los puntos le juegan a favor aún en su lucha por mantener un lugar en la promoción eludiendo el descenso directo. El aroma y los síntomas dan un parte nada agradable. Aquella confianza y aquel respeto se diluyeron durante cuatro partidos y mirando lo que queda es muy difícil ser optimista. Porque aunque dependa de si mismo, Quilmes y el Lobo platense suman fecha a fecha, cosa que Huracán no consigue.

Asoma el clásico y aunque el archirrival tenga su propia crisis nada se compara con el presente del Globo. No hay solvencia defensiva para tolerar cualquier sistema ajeno. Sea Fabbiani, Palermo o quien sea. Ahora nos acordamos de Quintana, cuando los que juegan no responden a las circunstancias. La estructura del medio está más quebrada que nunca y la confianza depositada en Rodrigo Battaglia quizá sea una mochila demasiado pesada para el juvenil valor quemero. Son los Machín, los Britez Ojeda aquellos que tienen que imponer su presencia, pero nada de eso sucede. Con esta base endeble y tambaleante cualquier opción en ataque es más un sueño individual que una amenaza en conjunto.

Un Globo desarmado y maltrecho lucha contra su propia impotencia. Las sensaciones, los pensamientos y las ilusiones nos depositan en un desenlace quizá prematuro de esta película, solo depende de Huracán alargarlo y modificar el último renglón.

Jorge Aja García